Entre los espacios de formación permanente para el clero que existen en una diócesis, están los retiros anuales, las reuniones generales y por vicaría, los encuentros fraternos y semanas de formación. A finales de septiembre realizamos en Cuenca la Semana de Formación para el clero y las religiosas que trabajan en la pastoral parroquial. Fueron días de escucha atenta, reflexión y diálogo, dirigidos por Monseñor Mario Moronta, Obispo de San Cristóbal, Venezuela. El tema escogido fue “La Conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la misión evangelizadora de la Iglesia”, tomado del último documento que entregó a la Iglesia universal la Congregación para el Clero.
En las intervenciones, Monseñor Moronta nos exhortó a dejar el modelo de pastoral de conservación para ir a una pastoral misionera, una Iglesia en salida. El punto de partida es la conversión pastoral, que implica escucha atenta y discernir lo que dice el Espíritu a la Iglesia. Es necesario dejarse interpelar por el Espíritu Santo, que va suscitando “discípulos misioneros” llamados a dar testimonio de la alegría del Evangelio en estos tiempos en los que tantas personas viven alejadas de la fe cristiana.
La conversión pastoral es un volver a Dios de todo corazón, que no se puede lograr sin un encuentro personal con el Señor. La conversión pastoral comporta una dimensión social, fraterna y comunitaria, que lleve a la comunión con los hermanos y a buscar el bien común, en el que deben tenerse muy claras las exigencias sociales del Evangelio. La conversión personal y comunitaria ha de tener como soportes la oración y una fuerte espiritualidad. La conversión pastoral supone un convertirse por entero a la misión. Para esto es necesario un estilo pastoral lleno de cercanía, de acogida y de compasión. Supone una transformación de mentalidad y de criterios e igualmente audacia para encontrar nuevas formas de evangelizar, con nuevos estilos y carismas que permitan llegar a donde no estamos llegando.
Una Iglesia en salida debe afrontar los retos de la nueva evangelización, como la escucha a los pobres, la misericordia, la pastoral urbana, la familia, la iniciación cristiana y la catequesis, la homilía, el primer anuncio de la fe, la piedad popular, los jóvenes, el compromiso transformador de la sociedad, los medios de comunicación social, el sufrimiento traído por la pandemia, la urgencia de la evangelización en todos los ámbitos, el trabajo por el encuentro, el diálogo, la reconciliación y la paz, el acompañamiento a los laicos en todos los campos de la vida pública, brindándoles espacios de formación.
