Catequizar es educar en la fe para vivir como buenos cristianos. Una Iglesia que no catequiza no tiene futuro. Hay que proclamar la verdad para que, especialmente los niños y jóvenes, descubran que Jesús los llama a amar a Dios, a ser felices y a servir a sus hermanos.
Como ayuda y apoyo a la renovación de la catequesis en el proceso de evangelización que la Iglesia no se ha cansado de llevar a cabo desde hace dos mil años, el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización presentó el 25 de junio de 2020 un nuevo Directorio para la Catequesis. El documento nos recuerda que una buena catequesis nos debe llevar a descubrir que “la fe es realmente el encuentro con una persona antes de ser una propuesta moral, y que el cristianismo no es una religión del pasado, sino un acontecimiento del presente”.
En la catequesis actual no podemos descuidar la oración, la buena doctrina, el testimonio de vida, la familia, el uso de los medios digitales y la atención a las cuestiones relacionadas con la vida eclesial, social y ecológica. La catequesis debe adecuar su enseñanza al contexto social en el que viven los catequizandos, no puede quedarse solo en formas puramente exteriores de culto y en bellos enunciados, sino que ha de abrirse a las grandes cuestiones morales y sociales de nuestro tiempo.
Una característica fundamental de la catequesis es la misericordia. El Padre misericordioso sale al encuentro del pecador, no considerado más como un excluido sino como un invitado privilegiado al banquete de la salvación que consiste en el perdón de los pecados. Al experimentar el amor del Padre nos sentimos movidos a acoger al hermano, a perdonar evitando resentimientos y divisiones. Esta vivencia es fruto de una verdadera catequesis, del encuentro personal con Jesucristo. Es urgente llevar a cabo una conversión pastoral para liberar la catequesis de ciertos lazos que le impiden ser eficaz.
La catequesis no puede reducirse a una materia más de currículo escolar, una clase obligatoria para poder aprobar el año de estudios. Existe también la mentalidad según la cual la catequesis se hace para recibir un sacramento. Por eso, una vez conseguido el objetivo, los jóvenes desaparecen de la catequesis y de la vida parroquial. Tampoco podemos instrumentalizar la catequesis de modo que “los tiempos de la Confirmación se establecen por la estrategia pastoral de no perder el pequeño rebaño de jóvenes que queda en la parroquia y no por el significado que el sacramento posee en sí mismo en la economía de la vida cristiana” (Mons. Rino Fisichella).
Entre los temas que una buena catequesis debe abordar está, por ejemplo, la ideología de género. La Iglesia no juzga a las personas, sino que invita a acompañarlas siempre, sea cual fuere su situación. Es consciente, sin embargo, desde una perspectiva de fe, que la sexualidad no es sólo un dato físico, sino una realidad personal. De este modo, la identidad sexual y la vivencia existencial deberán ser una respuesta al llamado original de Dios.
La catequesis educa también sobre el valor sagrado y la defensa de la vida desde su concepción hasta la muerte natural. La vida se respeta en cualquier situación, ya que está redimida por el misterio pascual de Cristo.
