En octubre de este año se realizará en Roma una asamblea de Obispos, con prelados representares de todos los países, donde se hablará de los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
En el documento preparatorio se nos recuerda que acompañar a los jóvenes exige salir de los propios esquemas preconfeccionados, encontrándolos allí donde están, adecuándose a sus tiempos y a sus ritmos; significa también tomarlos en serio en su dificultad para descifrar la realidad en la que viven y para transformar un anuncio recibido en gestos y palabras, en el esfuerzo cotidiano por construir la propia historia y en la búsqueda más o menos consciente de un sentido para sus vidas (Cf. Documento preparatorio al Sínodo 2018).
Para entender a los jóvenes y poder ayudarlos es necesario dejar a un lado nuestros esquemas, criterios y prejuicios. Necesitamos, como Jesús, salir e ir a su encuentro, llamarlos por su nombre y presentarles, sin miedo, un proyecto de vida nueva, de realización plena y fecunda.
Los niños y jóvenes bautizados que cada domingo van a misa, los que reciben catequesis de Comunión y Confirmación, quienes participan en grupos apostólicos y movimientos laicales y los que se educan en los colegios religiosos son muchísimos. Su presencia no equivale, en muchos casos, a una elección madura de una vida de fe. Para ello es necesario un camino, apoyo y orientación. Por eso, como ha recordado el Papa Francisco, «la pastoral vocacional es aprender el estilo de Jesús, que pasa por los lugares de la vida cotidiana, se detiene sin prisa y, mirando a los hermanos con misericordia, les lleva a encontrarse con Dios Padre» (Discurso a los participantes en el Congreso de pastoral vocacional, 21 de octubre de 2016). Caminando con los jóvenes se edifica la entera comunidad cristiana.
No puede haber una siembra fructífera de vocaciones si nos quedamos simplemente cerrados en el «cómodo criterio pastoral del “siempre se ha hecho así”, sin «ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades» (Evangelii gaudium, 33).
Tres verbos, que en los Evangelios connotan el modo en el que Jesús encuentra a las personas de su tiempo, nos ayudan a estructurar este estilo pastoral: salir, ver y llamar. Salir para anunciar al Dios vivo, sin encasillar a la gente, acogiendo las iniciativas de los jóvenes. Ver la dolorosa realidad de muchos y mirar en lo profundo de sus corazones, con misericordia, como lo hizo Jesús. Llamarlos para que sean partícipes de la alegría del Evangelio y se conviertan en mensajeros de la verdad que libera.
