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Mensaje Pastoral de Monseñor Marcos Pérez, Arzobispo de Cuenca

ORACIÓN Y CARIDAD

ORACIÓN Y CARIDAD

Solo Dios puede llenar los profundos vacíos que existen en nuestra vida. El Papa Francisco dice que existen estos vacíos debido a la falta de oración y a la ausencia de caridad con el prójimo.
Orar con el Evangelio nos ayuda a escuchar atentamente la voz de Dios y a custodiarla en el corazón. La Palabra recibida, como la semilla que cae en buena tierra, dará como fruto la caridad con el hermano. Así descubrimos sus necesidades y veremos que nuestro prójimo necesita cercanía, afecto y respeto.
Oración y caridad son dos ejercicios que podemos realizar en este año nuevo que nos regala el Señor. No dejemos pasar un día sin escuchar a Dios y dejar que interpele e ilumine nuestra vida. Él nos ayudará a enderezar nuestro camino y a limpiar la maleza de envidia, orgullo y arrogancia que lo cubre.
Que no falte en cada día del año el ejercicio de la misericordia con los demás. Una sonrisa, una palabra amable, el perdón de corazón, la lucha contra el resentimiento, la aceptación del otro y la sinceridad en las palabras y obras. Esto es caridad, es poner en práctica el mandamiento del amor.
Para sostenernos en el camino y vivir la caridad el Señor nos alimenta continuamente con su Palabra y la Eucaristía, lugar de encuentro y comunión con Dios y el prójimo, espacio donde la familia descubre su misión como escuela de vida y amor.
La oración familiar nos lleva a comprender que el hogar es el primer ámbito de evangelización, donde la Palabra de Dios entra en el corazón de los hijos. Palabra repetida por los padres en todo momento junto al constante testimonio de amor entre ambos. Así todos descubren la presencia de Dios en la vida ordinaria.
Si el centro de la familia lo ocupa Dios, será más fácil descubrir al hermano carente de afecto y comprensión. Ya no nos justificaremos diciendo que no lo podemos socorrer porque estamos llenos de tareas personales, no esperaremos que otros actúen por nosotros, ni reclamaremos a Dios para que haga el milagro de curar las heridas y dar de comer al hambriento dejando a un lado nuestro compromiso. La luz de la fe nos iluminará y el Señor nos dará un corazón de carne para compadecernos del hermano solo y desamparado.
¡Cuántas cosas cambian cuando dejamos que Dios camine a nuestro lado! La oración se hace caridad y misericordia.

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