La Navidad es un tiempo para vivirlo en familia. Aunque la pandemia ha tocado la vida de miles de personas, nuestra esperanza en Cristo Jesús que nace en el corazón de cada persona, no debe desfallecer. Celebrar la Navidad, en esta coyuntura mundial, debe representar para todos, un signo de esperanza y confianza, porque no celebramos un simple acontecimiento, cultural o popular, sino la presencia de Jesús que viene a su pueblo para salvarlo y consolarlo. Es necesario que nos dejemos guiar por el espíritu de Dios, porque la “Navidad trae cambios de vida inesperados y si nosotros queremos vivir la Navidad, debemos abrir el corazón, estar dispuestos a las sorpresas, es decir, a un cambio de vida” (Papa Francisco, Mensaje de Navidad, diciembre 2018).
Teniendo en cuenta el llamado del COE Nacional en este tiempo de pandemia, los invitamos a celebrar el “Pase del Niño Viajero”, no como tradicionalmente lo hemos organizando, en su lugar, realizaremos un recorrido con la Sagrada imagen dentro del “Papa móvil”, por las calles de la ciudad.
Pedimos a las familias que reciban la Imagen del Niño Viajero desde sus hogares, decorando sus casas y balcones con adornos navideños. No es necesario que salgan a las calles para recibirlo, desde la calidez de nuestros hogares podemos recibir la bendición especial del Niño Viajero, que pasará por nuestras calles.
Es precisamente la gente sencilla la que descubre el poder de Dios en la pequeñez del Niño de Belén, en el Hijo de María y del carpintero de Nazaret. Es la alegría de la fe la que mueve a los padres a vestir a sus hijos con trajes multicolores y a recrear las escenas bíblicas de nuestra salvación. Es la misma fe católica que recibimos de nuestros mayores, manifestada con elementos culturales y folclóricos propios de nuestra tierra morlaca.
Así reconocemos que el Pase del Niño Viajero es, ante todo, Patrimonio de Fe de los cuencanos, testimonio de auténtica piedad popular que nuestra ciudad ofrece al Ecuador y al mundo.
Cuidemos este tesoro para que siga manteniendo su esencial significado religioso, vivamos el Pase del Niño con alegría y sencillez, haciéndonos niños con el Niño, verdaderos hermanos que saben ofrecer lo mejor que tienen: el tesoro de su fe.
Los cuencanos saben cuidar sus tradiciones religiosas y culturales. No perdamos la esencia de esta fiesta que se centra en Jesucristo, el Hijo de Dios. Es la historia de la salvación, la Biblia, contada con nuestras palabras y signos de nuestro pueblo. Esto se llama inculturación de la fe.
Si vivimos el Pase del Niño como fiesta de fe, como momento de evangelización en la familia, nuestro mensaje navideño no puede ser de tristeza y desolación, debe ser de alegría porque nace el Salvador que viene a destruir el poder del mal con la fuerza del amor. Nace el que fue anunciado a los pastores como Buena Nueva para los pobres, por eso no dudaron en acercarse al Niño para presentarle sus dones.
Es el mismo Niño de Belén el que se hace presente en nuestra vida familiar y social para reconciliarnos con Dios y fortalecer nuestra fraternidad, para decirnos que el verdadero gozo navideño está en el compartir generoso y sincero con los demás. Solo con Jesús en nuestra vida superaremos esta crisis que nos agobia.
