Cada uno de los capítulos de la Exhortación Apostólica “Querida Amazonía” expresa un sueño del Papa Francisco sobre la Amazonía y el compromiso de la Iglesia universal. Los invito -estimados amigos- a soñar con el Papa y a aceptar el gran desafío de la nueva evangelización en la Amazonía y en el mundo entero.
1.- El sueño social: Denuncia aquí la extracción de madera y la minería, que han ido expulsando y acorralando a los pueblos indígenas.
Afirma el derecho de los pueblos originarios al territorio y a su demarcación, a la autodeterminación y al consentimiento previo, considerando injusticia y crimen los emprendimientos que los contradigan.
Recuerda que muchos misioneros llegaron allí con el Evangelio, dejando sus países y aceptaron una vida austera y desafiante cerca de los más desprotegidos, pero también pide humildemente perdón, no sólo por las ofensas de la propia Iglesia sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la conquista de América.
2.- El sueño cultural: Enseña el Papa que la Amazonía tiene una identidad que debe ser respetada, valorada y cultivada. No puede verse a los habitantes de la Amazonía como "salvajes incivilizados", sino como creadores de culturas diferentes. El complejo de superioridad no tiene cabida entre los discípulos de Jesús.
Aunque reconoce "límites" en las culturas nativas, recuerda que éstas tienen también mucho que aportar, como la profunda relación con la naturaleza, el fuerte sentido comunitario, el encuentro con Dios en la contemplación de la creación.
3.- El sueño ecológico: El Pontífice hace un canto poético a las bellezas de la Amazonía, invitándonos a contemplarla para reconocer la presencia de Dios. Los creyentes encontramos en la Amazonía un lugar teológico, un espacio donde Dios mismo se muestra y convoca a sus hijos.
4.- El sueño eclesial: Francisco afirma, en el cuarto capítulo, que la Iglesia no puede conformarse con un mensaje social. Si damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen, no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios, que los ama infinitamente.
Las palabras finales nos invitan a reflexionar sobre nuestra vocación misionera. Tenemos que comprometernos con el anuncio de la Buena Nueva: Nuestros hermanos amazónicos tienen derecho al anuncio del Evangelio, que es el anuncio de un Dios que ama infinitamente a cada ser humano, que ha manifestado plenamente ese amor en Cristo, nuestro Salvador.
Promovamos, todos, la oración por las vocaciones sacerdotales, especialmente por las vocaciones en la región amazónica, a la que debemos ver como un lugar de misión al que el Señor nos envía.
