El 11 de junio de 1978, el Cardenal Pablo Muñoz Vega, Arzobispo de Quito, hizo un profético pronunciamiento ante las elecciones de aquel año, recordando algunas verdades iluminadoras para elegir bien a nuestros gobernantes. Hoy recojo un extracto en este artículo, esperando que sean una oportuna orientación para reconocer la verdad en medio de la mentira, violencia y ataques que destrozan el buen nombre de las personas.
1. “Debemos reafirmar que la Iglesia en ningún caso puede ponerse al servicio de intereses políticos ni mezclarse en el juego de combinaciones que en el campo político nacen del incesante fluctuar de las posibilidades de victoria electoral y encuentran en ellas su explicación. Lo que le compete por razón de su misión es formular la visión moral que mejor oriente a los espíritus en el cumplimiento del deber del voto”.
2. “Los comicios deben ser considerados como un acto cívico de importancia suma. En efecto, el centro de gravedad de toda democracia sana, reside en la representación popular, de la que depende el destino nacional. De que la elección sea buena o mala depende la prosperidad o la decadencia, la salud o la perpetua enfermedad del estado. Hay que tomar conciencia plena de la responsabilidad que tenemos de intervenir bien en esos comicios”.
3. “Para todo pueblo que aspira a una organización democrática, sana y equilibrada, se presenta ante todo como cuestión de vida o muerte el valor moral de los candidatos. Hay que llevar al poder hombres que posean una conciencia acrisolada, que procedan con objetividad en la visión de la realidad económica y social, con aquella laboriosidad recta y honesta, con aquella incorruptibilidad que se requiere para que un gobierno democrático logre conquistar el respeto, la confianza, la adicción, sino de la totalidad ciertamente de la parte mejor del pueblo”.
4. “Un pueblo que pide “más democracia y mejor democracia” debe ser lógico en sus exigencias y elegir hombres penetrados de ideas rectas sobre el estado y la autoridad; y no hombres que harán del sistema democrático, un simple sistema de absolutismo dictatorial”.
5. “El deber del voto debe ser abrazado y cumplido con una idea clara y sana del bien social común, y con propósitos firmes y rectilíneos”.
“Hay que prestar atención no solo a la calidad humana de los hombres que aspiran al poder sino también al contenido del programa político que propugnan.
Para quien quiere proceder como cristiano profundamente creyente hay cinco puntos fundamentales que son como piedra de toque de una política digna del apoyo del voto:
— dignidad y derechos de la persona humana;
— reconstitución de la unidad espiritual, moral, jurídica y económica de la familia, tutelando su indisolubilidad y el derecho a la vida desde el seno materno;
— defensa de la prerrogativa del trabajo y de los derechos de los trabajadores;
— libertad de educación basada en el reconocimiento del derecho de los padres a educar a sus hijos en una orientación y en centros de enseñanza conformes a sus convicciones religiosas;
— promoción de la justicia social. (Pablo Cardenal Muñoz Vega, S.J.)


















































