El Papa León XIV canonizó a 7 beatos de la Iglesia, entre los que se encuentran 3 latinoamericanos: los dos primeros santos venezolanos y Sor María Troncatti, religiosa salesiana que trabajó en el oriente ecuatoriano.
El domingo 19 de octubre, Domingo Mundial de las Misiones, el Papa León XIV canonizó a siete beatos, entre los que se encuentran la hermana María del Monte Carmelo Rendiles Martínez y el doctor José Gregorio Hernández, los primeros venezolanos en ser elevados a los altares.
En la lista se encuentra también Sor María Troncatti, religiosa salesiana que trabajó en la Amazonia del Ecuador durante más de cuarenta años. Esta lista lo completan: Bartolo Longo, nuevo santo italiano que abrazó la fe católica y dedicó su vida al apostolado, la catequesis y el servicio a los más necesitados. Vicenta María Poloni, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Misericordia, dedicada al servicio de los enfermos y marginados. Ignatius Maloyan, Arzobispo armenio martirizado en 1915 por negarse a renunciar a su fe y convertirse al islam; y Pedro To Rot, catequista de Papúa Nueva Guinea asesinado por defender la indisolubilidad del matrimonio cristiano.
Hoy queremos destacar algunos pensamientos del Papa León XIV sobre los tres santos latinoamericanos. 
Al hablar sobre los santos venezolanos el Doctor José Gregorio Hernández Cisneros, el médico de los pobres, y la madre Carmen Rendiles, fundadora de la Congregación Siervas de Jesús, el Papa León destacó su fe y subrayó que “Dios estaba presente en sus vidas y las transformaba, haciendo de la sencilla existencia de una persona normal, una lámpara que iluminaba a todos con una luz nueva”.
Agregó que “si Dios es nuestra recompensa eterna, nuestros trabajos y luchas no pueden terminar en metas que, además de indignas, son efímeras”. Resaltó asimismo que son “personas muy semejantes a nosotros, que vivieron enfrentando problemáticas que no nos son ajenas, y que nosotros podemos afrontar como ellos lo hicieron, siguiendo su ejemplo”. 
Al referirse a Sor María Troncatti, la nueva santa salesiana, quien dedicó su vida al servicio de los pueblos indígenas de Ecuador, el Santo Padre recordó que “curó los cuerpos y los corazones de quienes asistía con el amor y la fuerza que sacaba de la fe y de la oración. Su labor incansable es para nosotros un ejemplo de caridad que no se rinde ante las dificultades, sino que las transforma en ocasiones para un don gratuito y total de sí misma”.
                
 



































































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